Sunday, November 27, 2005


Necrópolis

Ibamos caminando en silencio por un largo camino de albero rodeado de muerte. Una ola de frío a finales de noviembre, la quietud de la muerte, la soledad del marmol y la larguísima sombra de los cipreses calaban hasta los huesos y hacían temblar nuestros labios.
Ibamos a la cola de una negra comitiva de extraños que seguian un Volvo cargado de flores y muerte. Tres acólitos con la manos apoyadas sobre el coche, erguidos y orgullosos empujándolo en su lentísima marcha, actores principales conduciendo a la protagonista bajo tierra. Como es posible que el hombre haya diseñado este diabólico espectáculo para aliviar el dolor, quien inventó esta cruel despedida, por qué no calienta el sol en el cementerio.
Algunos, pocos, lloraban, tres señoras gesticulaban contandose el último cotilleo familiar completamente ajenas al horror del escenario, los hombres se lamentaban a ratos de la pérdida, a ratos de lo mal que va el Betis esta temporada, los mas mayores miraban el coche con gesto grave, pronto serían ellos los protagonias.
En mi corazón la misma temperatura que el ambiente, quien era esa señora, por qué lo he de sentir, por qué seguimos a estos cuervos.
Por fin llegamos al final de la senda, dejamos atrás la urbanizaciones de lujo donde yacen los toreros y las buenas familias, nos desviamos de la avenida de los grandes para llegar a la bifurcación de los pobres, de los que ni siquieran descansan bajo la tierra sino empotrados en la pared. El extrarradio del Campo Santo, las afueras de Dios. En la muerte, como en la vida, el suelo esta muy caro, la horizantalidad esta por las nubes.
Descargan el volvo dos mercenarios, empotran la caja en un estrecho hueco marcado con el numero 76, los actores principales lloran, algunos se presingnan, todos callan, un albañil sepulturero coloca una loza y despues el cemento, le cierra a la muerta el ultimo acceso al mundo de los vivos y empieza la putrefacción; todo ha salido conforme a lo previsto, todo el mundo para casa. El vivo al bollo. Ni siquiera esa última imagen ha logrado mi compasión, mi corazón sigue bajo cero.
Besos de Judas a los protagonistas, breve resumen de nuestras vidas en los últimos 10 o 15 años, un par de historias en un entierro que desentierran recuerdos olvidados, reencuentro con una pequeña parte de la infancia que nunca importó, no reconocerse en unos orígenes que ni siquiera averguezan, que sólo llegan a causar indiferencia. Quien es esta gente que me besa, de qué baul han salido, por qué no hay calefacción en el cementerio.
Un gesto a mi hermano, ni un minuto más, rebusco en el bolso un cigarro y las llaves del coche, cruzamos la calle, subimos y volvemos a nuestra vida y sabemos a quien tenemos que agradecerlo.

Thursday, November 24, 2005

Cuando ya esta todo dicho solo queda caminar, aunque de vez en cuando volvamos la cabeza para mirar a lo lejos la ciudad que queda atrás deshabitada, solo poblada de falsas esperanzas que se instalan en nuestras gargantas o en nuestros dedos para dar una tregua a la soledad y al olvido.
Alguna vez paramos en el camino para reponer fuerzas, para aliviar nuestras piernas agarrotadas de puro pánico. Siempre paramos en la fonda equivocada y comemos manzanas envenenadas. Nuestra marcha se hace más lenta, nos tienta volver a la ciudad a descansar en nuestra casa hasta que recordamos que ya no existe, que cayó con la última palabra, que ya no es habitable ni lo será porque ya esta todo dicho y solo queda caminar.

Thursday, November 17, 2005




MATAR LA OTRA MITAD

Mantener la calma, mantener el criterio, mantener las palabras, las promesas y el impulso. No matar la ilusión, no dejarse traicionar por Mr Hide, abrir puertas y ventanas, respirar, cerrar los ojos, dejarse hacer, abandonarse y perderse. Salir del laberinto renovada y leve. Vomitar el lastre y subir. No entrar en un bucle infinito. No deshacer el camino. Exiliar a la intuición que te mata, atender la realidad, escuchar sin mirar a los ojos e intentar perder la razón. Lamentarse de saber y así sobrevivir.

Monday, November 14, 2005

Ya es una tristeza serena, una tristeza que se sabe transitoria, que sabe -como yo lo se- que es la estela de un gigantesco cometa que pasó.

Es la tristeza de los supervivientes de un huracan, que se diluye y se hace pequeña al ver levantarse cada ladrillo de la nueva casa en construcción y que se hace grande con el recuerdo del desastre. Que duele con el recuerdo de los tiempos felices, de antes de la desolación. Una tristeza que se aclara en la consciencia de que pronto el nuevo hogar estará construido y de que una nueva vida de escenas cotidianas está por llegar, con seguridad. Un tristeza que sabe -como yo se- que ilusiones y caras nuevas mitigarán el recuerdo de antiguos brazos, que sabe que el recuerdo de la vida pasada, siendo imborrable, se irá difuminando y dejará de ser un insoportable desasosiego para pasar a ser una muesca reseca en el corazón, una herida que ya no sangra y que no duele pero que permanece en forma de cicatriz. Una cicatriz que es el testigo que la antigua vida entrega a la que viene para que corra hacía adelante sin dejar una estela de sangre.

Es una tristeza que sólo se alimenta del recuerdo de tiempos mejores y peores. Una tristeza que engorda casi hasta estallar cuando, en cualquier momento, una oleada de imagenes antiguas la sorprende. Aunque imprevisto en su llegada y brutal en su impacto es ese su unico alimento. Una tristeza que sólo vive del recuerdo y que morirá cuando la mente olvide. Ni siquiera la lluvia ni el cielo rotundamente gris hace ya que crezca, no tolera ese alimento y por eso morirá con la distancia y con el tiempo.

Es una tristeza que ya casi no pesa por eso me deja andar aunque la lleve colgada de la espalda.

Saturday, November 05, 2005


Dicen que los gitanos no quieren hijos con buenos principios, esperemos que sea cierto. Acabo de equivocarme por primera vez. Me he dicho; pasas por un mal momento, abrete un blogs de esos, que escribir siempre te ha ayudado, pierde el miedo y expresate. Pues bien, me puse manos a la obra, entre en la página, segui los pasos y... rellene los casilleros. Al elegir un título y un nombre inconsciente o conscientemente he procurado no dar ninguna pista sobre mi identidad, primer error; es esa la forma de perder los miedos? Pues no.
No tengo miedo a darme a conocer, todos me conocen, soy bastante transparente, carezco del llamado "halo de misterio", que le voy a hacer! De lo que tengo miedo es de que todos sepan que aún no estoy bien, me exijo o me exigen fortaleza, pero... allegro ma non troppo.
De lo que si he dado pistas es de mi estado de animo; efectivamente... parece que amanece. despues de una largísima noche, con algunos claros -de luna, no de sol, no fue para tanto- parece que empieza a amanecer TIMIDAMENTE. Intuyo que llega el día pero aún no veo la luz, no esta mal intuir por lo menos...no?
Siguiendo con los refranes (Diosss! Yo usando refranes...!!!!) Perro ladrador poco mordedor, esa soy yo. Como decía todos me exigen fortaleza pero no porque sean malvados o descorazonados sino porque es lo que yo he vendido durante todos estos años. Mientras la gente vendia debilidad yo vendía "conmigonopuedenadaninadie", y no es cierto.
Alguien me pelo como una cebolla, cuidadosamente me fue quitando capas, primero acero, despues ébano, un poco mas adentro plástico, charol, chicle y... yo misma indefensa, pura entregada, llorando, amando, temiendo, pidiendo ayuda, desnuda... y fue maravilloso.
Y desnuda me dejaron en medio de la nada, buscando mi ropa a tientas, poniendome ropas de otros por error, cubriendo mis verguenzas con cuerpos extraños. Una vez o dos encontré parte de mi ropa pero estaba apolillada, inservible, cuando me la había puesto comprendi que no servía, que debía tirarla y encontrar una nueva antes de convertirme en un mendigo.
Y en eso estamos, en encontrar ropa nueva... ya por lo menos llevo bragas pero... me queda tanto... chicle, charol, plástico, ebano y acero...
De vez en cuando veo mi ropa nueva a lo lejos; parece que amanece.