
Acabo de leer el blog de la amiga de una amiga. Entre el suyo y el mío hay una considerable diferencia: ella parece feliz y yo parezco atormentada. El suyo recuerda a una de esas excéntricas peliculas españolas tipo "chicaqueestahastaloscojonesdecideponertierradepormedioyselopasapipa" y el mío parece un programa del Loco de la Colina tipo "somostodostanprofundosquenosdamosasquito".
No hay que dejarse llevar por las apariencias. La verdad es que soy feliz y soy feliz sola. Es decir, no vivo en Nueva York sino en Triana (Sevilla), no trabajo de publicista sino de abogada, en los últimos treinta y dos años nadie me ha pedido que nos casemos (ni en secreto, ni en Las Vegas y, lo más triste, ni siquiera en El Rocío) y los problemas de mis amigos (y los míos) son, por este orden, la hipoteca, la hipoteca y la hipoteca. Una vida de lo mas normal, sin aspavientos, ni buenos ni malos. Ahora mismo no pasa nada en mi vida y... aún así, soy feliz.
He hecho pública en este blog la tragedia griega que ha sido a ratos mi vida, he vomitado el lastre, mi corazón de ha desentendido del destinatario de mis públicos lamentos y soy muy feliz, yo solita.
